Hace unos días comentaba sobre el costo de la belleza en el primer mundo. Hoy toca comentar sobre algo más trascendental con respecto a la belleza, dejar su valor económico a un lado e indagar en su valor social o cultural.
Usualmente se toma la belleza o apariencia como indicador de ciertas cualidades. La mayoría, a la gente con una apariencia física atractiva se le adjudica ciertas características y valores positivos (como inteligente, honesto/a, etc), mientras que se da el caso contrario con los que no son atractivos. Ciertamente, esta asignación de valores no se da siempre, sino en situaciones cuando ante todo tenemos que juzgar a alguien sin haberlo conocido, por ejemplo, cuando alguien tiene una entrevista de trabajo o como en el caso de Susan Boyle, cuya participación pueden ver AQUI. No puedo ‘embedear’ el video y ponerlo en el blog porque parece ser que el mismo programa lo ha prohibido.
Creo que hay poco que decir. Pocas personas pensaban que Susan podía cantar tan bien (como si hubieran hecho una especie de relación entre su apariencia y su capacidad para el canto), ni los jurados. Aunque también hay que resaltar que en estos programas de talento siempre está latente el factor sorpresa, como en el caso de Paul Potts.
Ahora, los valores positivos asignados a la gente bella también se pueden fijar mediante estereotipos. A continuación presento el documental A Girl Like Me que trata de los estereotipos que se tiene de las mujeres negras y sus caracteristicas físicas y cómo éstas se contrastan con los rasgos físicos blancos y las ‘cargas valorativas’ que poseen. Además, de realizar un interesante experimento.
ps. Disculparán el laxo uso que le doy a palabras como belleza, apariencia, valor; pero no quiero complicar las cosas, por ahora. Este es un tema que me interesa mucho y, por supuesto, da para más de una reflexión.